Quería correr a estar bien,
apurar el proceso del dolor,
tenía tantas ganas de ya estar del otro lado,
que por un momento,
creí que existía tal cosa como poder forzar el sanar mi corazón.
Llevaba semanas realmente evitando el dolor de mi corazón roto.
No es que no lo sentía, era más un “confío tanto en el universo, que voy a correr a hacer todo lo que sé que está en mis manos para estar bien”.
Aunque me parece un acto hermoso hacer todo lo que puedes para estar bien, puedo decir que me faltó tenerme la confianza de darme permiso de sentir profundamente mi dolor.
Y como era de esperarse,
por fin me alcanzó.
Ayer fue de esos días,
esos días donde eres un zombi,
eso días donde duele tanto el corazón que pareciera que la cabeza ni siquiera existe.
No podía hacer nada más que estar triste. Corté hace casi 2 meses y me he desmayado 3 veces. Probablemente, ahora que lo veo hacia atrás, era mi cuerpo pidiéndome habitar mi tristeza.
Yo soy de esas personas - tal vez como tú - que le cuesta mucho trabajo tomarme pausas. Siempre quiero correr, llegar a la meta que sigue, tener muchos planes, hacer, hacer, hacer, hacer. Esta pausa me forzó a darme cuenta de que por más que intentara hacer para estar bien, me tocaba pausar para estabilizarme y recordarme que la vida solo puede crecer hacia afuera en la medida en que yo esté estable internamente. Si no me tomaba una pausa para reacomodar, iba a tapar el dolor de mi corazón, pero eventualmente iba a volver a alcanzarme.
Después de muchas - tal vez exageradamente muchas - lágrimas, llegó a mi corazón el sentimiento más bonito de todos. Esa certidumbre interna de saber que en el momento en que tuviera la valentía de honrar donde estoy y rendirme a este momento, sin querer apresurar el tiempo, era el momento en que mi corazón se abriría a la experiencia que la vida me quería ofrecer.
Y ahí está la magia de todo.
La vida me está pidiendo que sienta y sane,
sin prisa pero con alma (get it haha),
que confíe en que el verdadero camino de la vida es aprender la danza entre lo que le corresponde a mis manos y lo que me corresponde soltar.
Porque no puedes forzar el sanarte, solo puedes tener la intención y permitirle que haga su trabajo.
Dejándote sentir y fluir, viviendo, soltando, aprendiendo, llorando, sin correr a sanar como si eso fuera un destino final.
Lo bonito de esto,
es que cuando confías en el proceso - aun cuando no puedes verlo-
un día te despiertas y te das cuenta de que todas las piezas se alinearon más rápido y más mágico de lo que alguna vez imaginaste.
Verás el propósito en las lecciones en la pausa,
en lo que el dolor se llevó,
y la sanación se quedó.
Porque si algo he aprendido en estos meses, es que sanar no es cuestión de llegar al final, sino cuestión de sentirlo todo, y tener la habilidad de darte permiso de ir profundamente al dolor, confiando en que todo siempre está bien.
Así que sea cual sea el proceso por el que estás pasando,
espero que este texto sea una pausa para que tengas la valentía de sentarte en tu dolor, de recordarte que a veces le tenemos tanto miedo a sentir una emoción,
que preferimos quedarnos estancados,
o corremos a toda velocidad para intentar engañar a la mente de que estamos bien, pero el corazón es imposible de engañar.
Espero que esto te encuentre cuando tengas lágrimas atoradas en tu garganta,
cuando no necesariamente estés en el piso del dolor,
pero sabes que hay algo dentro de ti que necesita de tu atención.
Que sea un recordatorio de que tu vida se define en cuanto estás dispuesto a realmente permitirte sentir una historia,
y que tan dispuesto estás a contar una nueva cuando sea el momento.
No puedes forzar sanarte,
no puedes apresurar un proceso que estaba destinado a ser lento,
dándole permiso a cada célula de tu ser para ser procesada y después ser liberada.
Y esto no sucede en tu línea de tiempo preferida.
Son olas que regresan cuando pensabas que las aguas estaban tranquilas,
y regresan a revolcarte para recordarte que aún hay algo más profundo dentro de ti que te está rogando ser escuchado.Porque generalmente no solamente estás soltando a una persona,
un sueño,
un lugar,
sino todas las expectativas de las cosas que asumiste que pasarían.
Y eso es una enorme cantidad de sentimientos que deben desterrarse lentamente para no abrumarte.Esto lleva tiempo,
un tiempo que solo tú tienes el poder de regalarte.
Te prometo que aunque la mente quiera apresurar el proceso de estar bien,
el corazón sabe que en la calma de sentirlo todo están las verdaderas lecciones que necesitabas para evolucionar tu alma.Deja la lluvia de tus lágrimas caer,
porque no estás destinado a florecer todo el tiempo,
y eso es precisamente lo que hace que sea tan especial y sagrado cuando lo haces.
Confía en que todo lo que está destinado a ser tuyo,
te va a estar esperando,
aun cuando sientas que tomarte tiempo las aleja,
porque en realidad lo que hace es prepararte para que cuando lleguen puedas sostenerlas.Confía en que tienes las herramientas para atravesar tu dolor,
y que del otro lado hay algo más hermoso de lo que podrías predecir por ti mismo.
No tienes que conocer el final para saber que estás perfectamente en el camino correcto.
No lo tienes que entender ahora mismo,
nadie más tiene que entender tus pasos.
Solo tienes que recordarte que dejarte sentir no es rendirte,
porque sentir en realidad es dejar que tus lágrimas saquen lo que ya no puede cargar tu cuerpo,
para abrirle espacio a nuevas oportunidades.
El capítulo del podcast de esta semana se llama "Corazón roto sin romperte PT2". Créanme, estoy en ese momento, como algunos de ustedes, donde duele, duele profundo, pero siempre hay maneras de sentir ese dolor sin dejar que te derrumbe. Quería hacer otro capítulo para ayudar a todos aquellos que se sienten rotos. Si tú estás pasando por uno, créeme que te entiendo y que en este capítulo mi intención es hablar de corazón a corazón. ESCÚHALO AQUÍ.
Que tengas una semana donde no te de miedo sanar lo que sabes que te toca aprender a procesar.
te abrazo con el corazón deseando pronto encuentres tu paz.
Gracias, gracias, gracias ❤️🩹